Con las canciones de ayer, hoy y siempre, se presentan este fin de semana, en el Auditorio Nacional del Sodre
La reconocida banda uruguaya de rock Níquel (1985 – 2001), vuelve a los escenarios este sábado 7 y domingo 8 de noviembre con aforo reducido, siguiendo los estrictos protocolos de hoy en día. Para conocer más sobre este esperado retorno, CÓDIGONEWS, mantuvo una charla íntima y reflexiva con su líder, el compositor y cantante uruguayo Jorge Nasser (guitarra y voz), quien nos dio la primicia que en marzo tocarán nuevamente en el Teatro de Verano. Durante los shows de este fin de semana, lo acompañarán los también anteriores integrantes: Roberto Rodino (batería), Gonzalo de Lizarza (guitarra), Wilson Negreira (percusión) y Pablo Dana (bajo).
Por Silvana Brustia Caperchione
Níquel surgió allá por el año 1985, como una iniciativa conjunta entre Nasser,- que en ese momento residía en Buenos Aires-, y el músico argentino Pablo Faragó, para fusionar varios estilos musicales que les eran comunes. Su primer disco lo lanzaron en 1988 con el nombre de la banda, lo que los lleva luego a trasladarse a Montevideo y donde se terminaron radicando. Desde allí, su popularidad fue en aumento, realizando múltiples presentaciones, alcanzando gran suceso en los años siguientes. Dentro de su discografía hay hits como Níquel Sinfónico, Gargoland, etc., que le valieron una serie de discos de oro y platino, y Premios Graffiti. También es el primer grupo de rock nacional que usa el sonido unplugged para Níquel Acústico. En el 2001 se disuelve. Hoy, después de casi dos décadas, decidieron volver a reunirse y dicen: “hay Níquel para un ratito”, tal es así que, en marzo del 2021 planean presentarse nuevamente, en un espacio más amplio: el Teatro de Verano. A continuación la entrevista en exclusiva con Nasser…
¿Por qué la vuelta de Níquel? ¿Qué los motivó?
-Las ganas de tocar nuestra música hechas canciones de rock y de hacerlas circular. Este volver a juntarnos viene de hace un tiempo, fue un proceso. Hace 2 o 3 años que andábamos en la vuelta, fantaseando con la idea de juntarnos y se concretó. Estoy feliz porque hemos encontrado una unión como grupo en lo humano, y en todos los pasos que se fueron dando bien, para llegar a este fin de semana. La providencia creo que está de nuestro lado.
Es con aforo reducido, posteriormente se podrá ver en diferido por VTV. No lo hacemos vía streaming “en vivo”, porque le quisimos dar prioridad a los 700 fanáticos que van a ir por función, que lo vivan ellos que se animaron a comprar la entrada y meterse en el mismo recinto que nosotros.
¿Cuál va a ser el repertorio?
-El público se va a encontrar con las canciones de ayer, de hoy y de siempre. Es por lo que la gente ha agotado entradas para el Auditorio el 7 de noviembre, y tuvimos que agregar la fecha del domingo 8 de noviembre, que también está agotado. Pero, hasta que no anunciamos nuestro regreso, no le dábamos la dimensión que evidentemente tenía para el público. Por ahí uno se mete en otras cosas, hace su vida, y no sabe lo que siente la gente. Y que hayan agotado, significa que, además de nosotros, -que estamos con ganas de tocar esas canciones-, está claro que hay gente que también quiere escucharnos y eso es lo mejor que le puede pasar a un artista. Es una forma de decir: bueno nuestra generación aquí está, seguimos, estamos vivos y tenemos muchas ganas de rockear.
¿Piensan seguir después? ¿Tenemos Níquel para rato?
-No sé si será un rato o un ratito, pero sí sigue Níquel. No tenemos definido exactamente. Pero sí un tiempo. Ya tenemos planeado presentarnos en marzo un espectáculo grande en Montevideo, en el Teatro de Verano.
Un poco sobre el líder
Jorge Nasser (Montevideo, 1956), es cantante, guitarrista, compositor y productor con más de tres décadas de actividad ininterrumpida. Sin embargo, sus inicios no fueron fáciles.
¿En qué momento nace en ti el deseo de dedicarte a la música y la posterior decisión de vivir de ella?
-Hago música desde niño. A los 6 años en Uruguay, empecé a estudiar guitarra clásica con una maestra de mi barrio, y me recibí de profesor de solfeo a los 11 años. En 1980 me fue a vivir a Bs. As., trabajé en diferentes rubros, sin dejar de continuar estudiando otros instrumentos, tomé clases de bajo, de guitarra, de armonía musical. Pero toda esa formación, había quedado un poco en segundo plano porque no encontraba la forma de meterme en la música, no conocía a nadie. Igualmente, de a poquito, me fui arrimando al ambiente artístico a través del periodismo y como ilustrador en varios medios de prensa, entre ellos el «Expreso Imaginario», logrando entrevistar a varias figuras de la música de la vecina orilla. Para ese medio también entrevisté a Jaime Roos,- quien en ese momento era desconocido allí-, porque me gustaba su música, su estilo, y al tiempo pasé a producirle algunos de sus espectáculos en Argentina. Ya en 1981, paralelamente inicie mi carrera musical, primero como hobby, y en algún momento hice un clic y me dije: ‘Me voy a dedicar a esto, me la juego’, porque decidir vivir de la música es una apuesta muy fuerte. Pero en este caso funcionó. No sé qué hubiera hecho si no funcionaba, porque la verdad siempre estoy pensando en términos de música.
En 1984 grabé mi primer álbum “Era el mismo”, de cuya producción se encargó el propio Jaime Roos, bajo el sello Sondor. Ese disco fue un mix de pop y ritmos típicos uruguayos como el candombe y la murga. Todas mis músicas son súper mestizas, mis milongas tenían elementos de flamenco, y mi rock tiene blues… Los estilos puros musicales no me atraen porque venimos de un mestizaje como civilización, como continente y creo que lo tenemos que reflejar así musicalmente. En 1986, opté por el rock, lo que me acerca al guitarrista argentino Pablo Faragó y formamos Níquel…
¿Si tenés que definirte, lo haces como un hombre de rock?
-Sí, yo me hice en el rock, me crié musicalmente, más que nada en el rock y todo lo demás vino por la ventana, por los costados, por lo que se escuchaba en mi casa, pero la música que yo abracé es el rock.
¿Qué es la música en tu vida?
-Junto con mi familia, es todo. Es mi profesión, es lo que me da de vivir económica y espiritualmente. Es lo que me conecta con la gente, el afecto que recibo y que doy a través de la música no se puede poner en palabras. No sé qué haría sin ese afecto, porque cuando alguien me escribe, o escucha una canción mía, o alguien me hace un mimo diciéndome que le gusta lo que hago, para mí es un alimento, es combustible para abordar y afrontar otra cantidad de aspectos de la vida que no son tan placenteros.
¿De todas tus canciones, cuál es la con la que más te identificas?
-Candombe de la Aduana sin dudas, porque aparte de ser una especie de fotografía del barrio de la Aduana en la Ciudad Vieja, me remite a los orígenes de mi familia paterna. Mi padre y sus 6 hermanos eran obreros portuarios. También soy hincha del club que nació ahí: River. Es sentido de pertenecía.
Si tuvieras que darle un consejo al Jorge Nasser de sus inicios, ¿qué le dirías?
-(Risas)… ¡Andá despacio, bajá un cambio, pensá! Porque soy un tipo muy pasional y muchas veces me enfrenté a situaciones que no supe manejar por ser muy impulsivo. Como todo en la vida, el ser impulsivo, a veces te juega a favor para tener una respuesta rápida de una situación extraordinaria. Pero a veces, está bueno parar un poco y analizar las cosas. Creo que los años me han enseñado a tomarme lo que me ocurre de otra manera. Artísticamente era medio obsesivo por la perfección, lo cual me confrontaba con la realidad, que no es perfecta. Justamente, es una mezcla maravillosa de perfecciones e imperfecciones. Hoy laboralmente, mantengo esa línea, pero mucho más moderada. De pronto, en otro momento de mi vida, si hubiera estado en esta situación de volver al escenario, estaría mucho más al pendiente de los detalles, de lo que va a pasar este fin de semana. Detalles que si se dan de una forma que no me gusta, de repente me van a poner mal, pero ahora, los voy a pasar por alto y voy a mirar la mitad del vaso lleno.
¿Ahí está el disfrute?
-Sí, yo creo que ya era hora también. Porque en términos de arte, finalmente soy de los que piensan que la obra justifica los medios. Por ejemplo: si vos para lograr una obra que valga la pena, tenés que cortarte un dedo, córtatelo. Porque la obra es siempre lo fundamental y eso tiene un costo.
¿Cuál fue el costo para ti?
-A nivel de salud, tengo unas cuantas operaciones de columna, y otros cuantos problemas a partir del 2011. Los estoy superando por suerte, dentro de todo. Quedé medio chocado, pero ahí anda la moto.
¿Tenés algo pendiente?
-No arrastro pendientes. Tengo si ganas de hacer cosas, de hacer música nueva, de aprender un idioma, tengo ganas de muchas cosas…
¿Cómo has tomado todo esto de la nueva normalidad y como ha afectado la parte de la cultura?
-Con lógica preocupación como todo el mundo, ya que la situación es extraordinaria y cuando ocurre, tenés que adaptarte. En ese sentido, creo que nosotros los músicos sabemos adaptarnos a todo. El esperar es parte de nuestra profesión, esperamos para tocar, para grabar… Siempre estamos esperando para hacer lo nuestro. En este caso, se ha prologando, desde el mes de febrero que no actúo. Y por eso te digo que estamos esperando con mucha expectativa e ilusión este fin de semana.